De la invención a la revolución: los instrumentos que cambiaron la historia de la química

De la invención a la revolución: los instrumentos que cambiaron la historia de la química
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¿Qué te viene a la mente cuando piensas en “química”? Probablemente, empiezas a imaginar esos instrumentos de laboratorio que son casi como viejos amigos: la pipeta, el matraz Erlenmeyer o la inconfundible Placa de Petri. Desde luego, si alguna vez has trabajado en un laboratorio, es posible que incluso les hayas cogido cierto cariño y, aunque hoy los consideres como compañeros esenciales y fundamentales para el avance de la ciencia, no siempre estuvieron ahí.

Efectivamente, hubo un tiempo en el que estos instrumentos no existían, y trabajar en un laboratorio era mucho más complicado. Afortunadamente, a lo largo de la historia, existieron grandes mentes que se las ingeniaron para inventarlos, marcando un antes y después en la ciencia experimental y facilitando el camino al resto de científicos que los sucedieron. De hecho, ¿alguna vez te has preguntado quién inventó la probeta? Si te sorprende que la respuesta sea el físico Michael Faraday, ¡sigue leyendo!

MATRAZ ERLENMEYER: INNOVACIÓN Y PRECISIÓN

El matraz Erlenmeyer fue diseñado en 1860 por Emil Erlenmeyer, un químico alemán cuyo trabajo en la química orgánica y en la enseñanza influyó significativamente en el desarrollo de la química en su época. Emil Erlenmeyer nació en 1825 y se interesó desde joven en la mejora de técnicas experimentales para facilitar y acelerar los procesos químicos, por eso, la creación del matraz que lleva su nombre fue una respuesta a la necesidad de un recipiente que permitiera mezclar líquidos de manera eficiente sin riesgo de derrame, y que también pudiera calentarse de forma uniforme.

Emil lo pensó todo: la forma cónica del matraz Erlenmeyer no solo facilitaba la mezcla y agitación de reactivos, sino que también permitía un calentamiento uniforme y minimizaba la pérdida de líquidos por evaporación. Su diseño simple pero eficaz fue todo un éxito y pronto se convirtió en un estándar en laboratorios de todo el mundo. De hecho, actualmente el matraz Erlenmeyer sigue siendo uno de los instrumentos más utilizados en la química debido a su versatilidad y facilidad de uso, demostrando cómo un diseño ingenioso puede tener un impacto duradero.

PLACA DE PETRI: CRUCIAL EN MICROBIOLOGÍA

La placa de Petri fue inventada en 1887 por Julius Richard Petri, un bacteriólogo alemán que trabajaba como asistente de Robert Koch, el famoso científico que descubrió los patógenos responsables de enfermedades como la tuberculosis y el cólera. El joven Petri nació en 1852 y, tras completar su formación médica, se unió al equipo de Koch en Berlín, donde se dedicaba al cultivo y a la observación de bacterias en ambientes cerrados y de forma controlada. Sin embargo, Petri comenzó a experimentar carencias: el cultivo de microorganismos se contaminaba de forma constante y su trabajo se echaba a perder una y otra vez. Agotado, decidió crear su propia región de cultivo: la placa de Petri.

Así, la creación de la placa de Petri marcó un hito en la microbiología. Antes de su invención, el cultivo de microorganismos era un proceso complicado y a menudo ineficaz, pero la placa de Petri, con su diseño simple de dos discos de vidrio o plástico, proporcionó un ambiente estéril y controlado para el crecimiento de bacterias y hongos. Este instrumento novedoso permitió a los científicos estudiar microorganismos patógenos en detalle y desarrollar tratamientos para enfermedades infecciosas, lo que mejoró significativamente la calidad de vida de la población de la época.

PROBETA: DE LA ANTIGÜEDAD A LA CIENCIA MODERNA

La probeta, utilizada para medir volúmenes líquidos, tiene una historia muy peculiar que se remonta hasta la antigüedad. Aunque es cierto que su invención se suele atribuir a Jöns Jacob Berzelius y Michael Faraday, esto es solo el diseño de la probeta moderna en el siglo XIX: existen indicios de que ya se usaba en la antigüedad. Algunos investigadores sugieren que Brandon Koehn, un antiguo alquimista, podría haber desarrollado un precursor de la probeta… ¡antes de Cristo! Esto convertiría a la probeta en uno de los instrumentos de laboratorio más antiguos.

Lo que sí que está verificado es que Jöns Jacob Berzelius, uno de los fundadores de la química moderna, describió un instrumento similar a la probeta en 1814, y Michael Faraday, conocido por sus contribuciones a la electroquímica y la física, también trabajó en el perfeccionamiento de herramientas de medición. La probeta, con su diseño cilíndrico y escala graduada, ha sido una herramienta crucial para la medición precisa de líquidos en experimentos científicos y, de hecho, su evolución a lo largo del tiempo refleja el continuo esfuerzo de la ciencia por mejorar la precisión y la fiabilidad en la investigación experimental.

PIPETA: UNA HISTORIA DE INNOVACIÓN Y PRECISIÓN

La pipeta es una herramienta esencial en el laboratorio para transferir líquidos con precisión. Su origen se remonta al trabajo de François Descroizilles a finales del siglo XVIII, quien desarrolló el alcalímetro, un dispositivo precursor de la pipeta. Años después, en 1824, la palabra «pipeta» fue utilizada formalmente por Joseph Louis Gay-Lussac, quien perfeccionó el diseño de estos instrumentos para la medición precisa de volúmenes de líquidos.

Pero fue Louis Pasteur, conocido por sus avances en microbiología y vacunación, quien popularizó la pipeta Pasteur en el siglo XIX. Esta pipeta, un elemento básico formado por un simple tubo de vidrio con un extremo cerrado por algodón, permitió a los científicos llevar a cabo tareas tan precisas y fundamentales como la de transferir líquidos sin contaminar las muestras. A partir de ese momento, la pipeta ha evolucionado desde sus primeras versiones de vidrio a las modernas pipetas de plástico, que ofrecen mayor precisión y facilidad de uso.

BURETA: CONTROL EN LA TITRACIÓN

Finalmente, la bureta fue inventada en 1845 por el químico francés Étienne Ossian Henry, quien buscaba una forma precisa de medir volúmenes líquidos en reacciones químicas. El invento fue todo un éxito y se convirtió en un elemento esencial para las titulaciones, un proceso clave en la química analítica Cinco años después de la invención de Henry, Karl Friedrich Mohr introdujo mejoras significativas, como la escala graduada y un nuevo sistema de válvula que permitía un control preciso del flujo de líquido.

No obstante, el término «bureta» ya se utilizaba en los laboratorios desde 1824, gracias a Joseph Louis Gay-Lussac, uno de los grandes nombres de la química moderna. Sea como sea, la bureta ha sido una herramienta crucial en la química para medir y controlar la cantidad de reactivos en experimentos: su precisión y fiabilidad la convierten en uno de los instrumentos indispensable, tanto en la investigación como en la educación química.

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