Estamos acostumbrados a escuchar historias de éxito de grandes empresarios y de cómo llegan a lo más alto. Pero, ¿por qué no se habla de los fracasos? ¿Se entienden acaso los fracasos como un fin?
Sin duda, en el ámbito del desarrollo y la innovación, el fracaso está a la orden del día. Proyectos que se quedan en la recámara y que quizás, años más tarde, vuelven de otro modo. En el mundo de la innovación, la palabra éxito no surge en el primer intento. Y si no, que se lo digan a muchas empresas icónicas que se han enfrentado a proyectos fallidos antes de llegar a la cima.
¡Hoy os traemos algunos casos inspiradores en los que el fracaso no fue el final, sino el comienzo de algo aún más grande!
En 1993, Apple lanzó el Newton, uno de los primeros asistentes digitales personales (PDA), que fue todo un fracaso. Aunque adelantado a su tiempo, no existían dispositivos de este estilo, y el Newton terminó siendo un auténtico fiasco. No hubo una única razón inequívoca de por qué no funcionó, sino un cúmulo de variables, despropósitos y retrasos que dieron como resultado un gadget con numerosos problemas y demasiadas promesas, sumado a su alto precio.
Apple continuó trabajando en el desarrollo de dispositivos de este estilo hasta que, en 2007, lanzó el iPhone, un dispositivo que cambió el paradigma de los teléfonos móviles. ¿Podemos decir que el Newton fue el precursor conceptual del iPhone? Una cosa es clara: el fracaso inicial fue clave para la creación de uno de los dispositivos más exitosos de la historia.
Nintendo, la gran empresa de entretenimiento japonesa, lanzó en 2012 la Wii U, esperando repetir el éxito que alcanzó con su predecesora, la Wii. Sin embargo, su recepción fue diferente; problemas de marketing y la falta de claridad para transmitir las ventajas de su nuevo concepto de pantalla dual resultaron en ventas muy bajas y una amenaza a su dominio en el mercado de videojuegos.
Pasaron de vender 100,8 millones de unidades con la Wii a solo 5,3 millones con la Wii U, sin generar interés en la comunidad gamer ni introducir novedades tecnológicas de jugabilidad. Pese al fracaso, continuaron desarrollando e innovando, y en 2017, Nintendo lanza la Switch, integrando elementos de consola portátil y de sobremesa. El resultado: ¡un éxito rotundo! La versatilidad y el gran catálogo de juegos revitalizaron a Nintendo y confirmaron la importancia de adaptarse al mercado y aprender de errores previos.
Otro fracaso muy sonado fue el de IBM y su transformación de hardware a servicios. Durante las décadas de 1980 y 1990, IBM se encontraba en una situación complicada debido a la competencia creciente en el mercado de hardware. La empresa perdió cuota de mercado frente a competidores que ofrecían soluciones más asequibles y parecía estar cerca del declive.
Para contrarrestar esta situación, IBM decidió reinventarse, abandonando en gran medida la fabricación de hardware y enfocándose en el desarrollo de servicios de software de alto valor, como soluciones de IA y computación en la nube. Con proyectos de alto impacto como la supercomputadora Watson, la empresa se posicionó como líder en inteligencia artificial y consultoría tecnológica.
Se habla del Ford Edsel como el peor coche de la historia y el mayor fracaso empresarial. Ford lanzó en los años 50 un vehículo que fracasó rápidamente debido a su elevado precio, falta de popularidad y un diseño que no encajaba con el mercado de la época. La compañía perdió más de 350 millones de dólares con este proyecto, lo que actualmente equivaldría a 3.000 millones. En vez de continuar con ese enfoque de lujo exclusivo que caracterizaba al Edsel, Ford apostó por la innovación en vehículos accesibles y eficientes. Este cambio de estrategia la ayudó a mantenerse fuerte en el mercado y llegar a liderar en segmentos como los vehículos eléctricos y sostenibles.
Xerox es otro caso de un error que inspiró a otros. En los años 70, desarrollaron uno de los primeros ordenadores personales: el Xerox Alto. Aunque contaba con tecnología revolucionaria, incluyendo interfaces gráficas y un mouse, la compañía no logró comercializar el producto de manera efectiva. Sin embargo, sirvió de inspiración para empresas como Apple o Microsoft, quienes aprovecharon conceptos como la interfaz de usuario en sus propios sistemas operativos. Aunque Xerox no fue la gran ganadora, su legado en el ámbito tecnológico es innegable y muestra cómo la innovación puede impactar más allá de las ganancias directas.
Desde el PDA fallido hasta un coche con poca visión en el consumidor, Apple, Nintendo, IBM, Ford y Xerox son ejemplos de que los errores pueden llevar al crecimiento y el éxito en el camino. Sin duda, el fracaso en la innovación no es un obstáculo insuperable, sino una parte más de la trayectoria. Podríamos entonces olvidarnos de la palabra “fracaso” y entenderlo como una etapa más del negocio.